Espejo Carmesí

Manteniendo las manos apretadas no deja de pensar en correr mientras avanza, fuerte, segura, insaciable, estrujando sus dedos a su pequeña palma.

La blanquecina piel cambia de tonalidad a medida de que las cortas, sucias y astilladas uñas, testigos de su desesperación, marcan su carne siempre inerte.

Latente…

Su fuerza la hace temblar…. Temblor que desequilibra su cuerpo, temblor que destella humanidad bajo el pesado y rojo género, carmesí, que cubre con forma de capa su desfigurado espíritu oculto tras la máscara que hizo con su perfecto rostro; las piernas aporcelanadas ya no le responden.

Detiene su paso feroz, sus pies descalzos humedecidos por el rocío se camuflan una vez más con la tierra y la grama… el vuelo de la gasa natural de su vestido se mezcla con el resplandor de la luna y su rostro indiferente a la vida a su alrededor luce aún más oscuro que de costumbre.

El viento se envuelve en su frígida figura, escultural, imperturbable, mientras las nubes en lo vasto del cielo avanzan como despeñadas sin cesar, siempre descubriendo a las estrellas. Ella se queda allí intacta solo contemplando la lejanía mientras el tiempo toma su propio ritmo…

El grito eterno y agudo que habita su mente la desgarra por dentro, vehemente evoca el afán que sentía de arrancarse la carne de los huesos y empaparse en su sangre y sudor…

Le ganan sus ansias y corre una vez más entre la neblina…

-Frío…caigo-

La despierta una helada sensación en sus pies, el lago que una vez estuvo a lo lejos en sus sueños habitaba ahora su entorno, frágil, conmovedor…

Despampanante retrocede despejando su atormentada mente con las manos, como acariciando lo infinito.

Retrocede, solo esta vez, retrocede hacia su infierno intentando rescatarse… el cielo se estremece y todo bajo el a su paso. Tiemblan las hojas de los árboles en su presencia.

Retrocede… El mundo desaparece a su al rededor, levanta el rostro hacia la luna y su resplandor dejando escapar su lamento en forma de un grito apagado… la capucha libera los despojos de su glamoroso peinado, enredado a sus sueños… al recuerdo de sus suntuosas noches de amor. Sus resquebrajados cabellos enmarañados en un alto y olvidado peinado amanecen entre las tinieblas reflejando en su dorado candor el paso del tiempo. Esos ojos cárdenos adornados con maquillaje sucio, titilan como estrellas sin su luna nueva.

En su vestido de fiesta aun quedan rastros del glamoroso día de su boda, donde decidió casarse con la vida y se disfrazó de felicidad para engañar a la muerte...
-Siempre Hermosa, siempre viva- (ese es mi destino).

Se abraza a su torso prisionero del corset que diseña su figura y la ata a su realidad ensimismada realidad… de ser ella.